Las mejores playas de Punta Cana

De aguas calmas, con muchas olas, llenas de resorts o más salvajes. ¿Cuáles son las mejores playas de Punta Cana?. Con más de 40 km de costa, hay playas para todos los gustos y en este artículo vamos a recorrer las que para mí son las más lindas, que no deberías perderte en tu viaje a República Dominicana.

Muchos consideran que Punta Cana tiene las mejores playas de la isla, e incluso, siempre aparece en los ranking de las mejores playas del Caribe. ¡Veamos si es tan así!.

A diferencia de lo que muchos creen, Punta Cana no queda sobre las aguas del mar caribe, sino sobre el Océano Atlántico, razón por la cual las playas suelen ser con más oleaje o ventosas.

Pero hay excepciones, así que ¡vayamos de una vez a conocer las mejores playas en Punta Cana!.

1. PLAYA BÁVARO, LA MEJOR PLAYA DE PUNTA CANA

La playa más famosa de Punta Cana está considerada como una de las mejores playas del mundo. Razones sobran: arena blanca como la harina, miles de cocoteros y aguas cristalinas de un color turquesa que encandila.

Playa Bávaro es mi playa de Punta Cana favorita y la que te recomiendo visitar sí o sí, aunque te alojes en otra zona. La parte que más me gusta y que para mi tiene la mejor playa, son los alrededores del Hotel Barceló Bavaro Palace (por cierto, un hotel espectacular en el cual me alojé durante mi primer viaje), por dos razones: hay miles de cocoteros y como se ubica en una especie de bahía, el agua es mucho más tranquila, con poco oleaje y se disfruta muchísimo.

¡La típica playa de postal!.

2. PLAYA EL CORTECITO

A continuación de Playa Bávaro, nos encontramos con El Cortecito. Si buscamos un ambiente más local, entonces ésta es la mejor opción.

Es la zona del pueblo de pescadores, donde vas a encontrar mercaditos de artesanía, restaurantes, bares y alojamientos más económicos. Además, en esta zona es más sencillo acceder a la playa pública.

3. CABEZA DE TORO

Esta playa queda hacia el sur de Bávaro, donde hay una reserva natural y una laguna. Lo que me encanta de esta playa es la cantidad de cocoteros que llegan hasta la orilla, y que es bastante más salvaje que las playas de Punta Cana más típicas.

El agua es calma aunque hay bastante corriente, y en épocas de sargazo es más factible que encuentres algas (en ese caso, quizás es mejor elegir Bayahibe a Punta Cana, aunque el sargazo no se puede predecir).

4. PLAYA JUANILLO EN CAP CANA, UNA INCREÍBLE PLAYA DE PUNTA CANA

Playa Juanillo en la zona de Cap Cana es sin dudas una de las mejores playas que hay en Punta Cana y donde se encuentran las opciones más lujosas de alojamiento. Es extensa y de aguas bastante calmas, tan increíble como Playa Bávaro.

La zona es súper exclusiva. Con restaurantes, casino, marina y hoteles de lujo, como el espectacular Sanctuary Cap Cana o el Hyatt. La playa realmente es preciosa y vale la pena visitarla, ya sea alojándonos en ella o también visitándola por el día (hay excursiones como ésta).

Hacia el norte de Playa Juanillo, pasando la Marina Cap Cana, se encuentra la Reserva Ecológica Ojos Indígenas, que es muy agradable para visitar, ya que tiene unos pozos naturales en un entorno bellísimo.

5. PLAYA ARENA GORDA

Una playa ancha que suele tener más oleaje y por ende, el agua más revuelta y menos transparente (porque remueve la arena del fondo). Igual depende de la época del año en que viajes, el viento, y demás.

En Arena Gorda se ubican algunos de los hoteles más conocidos de Punta Cana, como Iberostar, Riu o Bahía Príncipe, lo que hace que siempre esté muy concurrida.

6. PLAYA MACAO

Conocí esta playa recién en el segundo viaje a República Dominicana, ya que queda en las afueras de Punta Cana.

La playa es pública, con mucho oleaje y viento, con lo cual es ideal para los amantes del surf (de hecho hay una escuela de surf). Hay algunos restaurantes locales que colocan mesas sobre la arena y el ambiente es relajado.

Además, el entorno está muy poco masificado a comparación de otras playas de Punta Cana, habiendo sólo unos pocos resorts, como el Dreams Macao, y bastante espaciados (¡al menos por el momento!).

Hay excursiones como ésta que recorren la playa de Macao en buggy.

7. PLAYA UVERO ALTO

Hacia el norte de Macao, nos encontramos con Uvero Alto, la playa de Punta Cana más lejana al aeropuerto y una de las más tranquilas en cuanto a cantidad de gente y resorts. Si bien está a pocos kilómetros de Macao, no podremos ir caminando de una a otra por la playa ya que está la desembocadura de un río a mitad camino. En Uvero Alto se encuentra éste resort ideal para quienes viajan con niños, ya que cuenta con un increíble parque acuático.

Gastronomía de Punta Cana

La gastronomía de Punta Cana es de una riqueza singular y única. En esta localidad de República Dominicana se podrá disfrutar de una mezcla de sabores, aromas e ingredientes que principalmente provienen de la fusión de costumbres indígenas, europeas y asiáticas.

En este artículo haremos un recorrido de aromas y sabores, y te mostraremos cuáles son los más deliciosos y reconocidos platos de comida típica de Punta Cana.

La gastronomía de Punta Cana se encuentra entre lo mejor de la cocina del país. La comida dominicana  se caracteriza por ser muy variada y contar con muchos estilos. Eso sí, en los platos suele utilizarse arroz, féculas, coco, papas, yuca o tapioca y servirlos en raciones grandes como acompañamientos comunes dentro de los diferentes estilos.

Algunos de los platos típicos más populares de esta localidad del Caribe son los siguientes:

1. Pescado y marisco

Son muy típicos en las zonas costeras y muy populares en la gastronomía de Punta Cana. Existen varias alternativas para prepararlos, bien sea en forma de filete de pescado, especialmente si se trata de mero o chillo; servido al ajillo; al coco; a la diabla, para el que se utiliza una salsa de tomate picante; o al criollo, en el que se usa una salsa de tomate suave.

En esta localidad también se preparan otros pescados típicos como el pulpo, el cangrejo, el calamar, la gamba y el lambi.

2. La Bandera Dominicana

La bandera dominicana es un plato de la gastronomía de Punta Cana que tiene la particularidad de ser muy sano y sencillo de preparar. Se elabora con arroz blanco, carne guisada, habichuelas, ensalada y plátanos verdes fritos que se acompañan de zumo de fruta natural.

3. El Moro

Este plato típico de la gastronomía de Punta Cana se suele preparar para ocasiones especiales y comer en familia. Se trata de una mezcla de frijoles, arroz y carne, que se acompaña de bacalao o de salsa de coco, en algunas circunstancias. En República Dominicana existe la costumbre de comerlo en Nochebuena.

4. Los guineos o plátanos

Son unos plátanos rechonchos que forman parte de la gastronomía de Punta Cana y pueden considerarse como uno de los platos preferidos de los locales. Se emplean para realizar diferentes preparaciones.

Lo habitual es preparar estos plátanos en forma de puré, pero también se pueden hacer fritos o hervidos. Además, existe una variante, que es de las más solicitadas, y se conoce como mofongo. Consiste en trozos de guineo rebozados y fritos, acompañados de un puré también de plátano con chicharrón de cerdo.

También, hay que mencionar el mangú, que es otra opción de cómo se puede disfrutar el puré de plátano, pero se diferencia del mofongo en que esta fruta se sirve sin haber madurado, es decir, estando verde.

5. El Sancocho

Este plato nutritivo y delicioso proviene de la tradición culinaria de España. Es uno de los más típicos y populares de la gastronomía de Punta Cana y otros países de Latinoamérica. Para prepararlo se usan siete variedades de carne y una combinación de papa, yuca, cilantro, plátano y otros ingredientes.

6. El locrio

Se trata de una especie paella que puede prepararse con una base de carne, pollo, cerdo, frutos de mar o incluso en un estilo totalmente vegetariano.

Este plato tradicional de la gastronomía de Punta Cana tiene como base el arroz que se combina con alguna de estas alternativas antes mencionadas.

7. Asopao

Esta es una sopa típica de la gastronomía de Punta Cana que suele servirse muy caliente. Para su preparación se emplean arroz, pollo, tomate y cilantro. Sin embargo, en algunos casos este plato puede hacerse también con marisco.

8. Yaroa

Este es un exquisito plato que se prepara horneando carne molida, plátano maduro y queso. Sin embargo, también existe la alternativa de usar papa (patata) o pollo en vez de la carne de res e incluso, esta puede prepararse de manera mixta, combinando ambos tipos de carne.

9. Chivo al ron

Tanto en la gastronomía de Punta Cana, como en la de Latinoamérica, en general suele emplearse el ron para cocinar.

En este plato se utiliza el ron para darle un gusto único y especial al chivo (cabrito), que es guisado principalmente en compañía de diferentes tipos de verduras y especias. También puede emplearse vino para realzar el sabor de esta comida.

10. Pica pollo

Este es un plato en el que el pollo empanado se sazona y se añade  jugo de limón, el cual se usa antes de freírlo y le da un sabor ligeramente ácido. Se recomienda comerlo con unos patacones (trozos de plátano frito) como acompañante.

11. Parrillada

Esta clase de parrilla forma parte de las tradiciones de Punta Cana, y  suele prepararse en reuniones al aire libre en compañía de familia y amigos.

Dentro de los platos qué comer en Punta Cana, la parrillada se distingue por ser una comida muy variada, ya que, además de las carnes, también se pueden añadir mariscos, langostas, centollas, pulpo o inclusive lambi, que es un caracol propio de la zona.

Además de estos platos que aúnan lo mejor de la gastronomía de Punta Cana, cabe mencionar también suculentos aperitivos como los buñuelos de yuca y tostones de plátano.

Museo del Prado

El Museo Nacional del Prado, en MadridEspaña, es uno de los más importantes del mundo, así como uno de los más visitados (el decimoctavo en 2013 entre los museos de arte), y está considerada la institución cultural más importante de España, según el Observatorio de la Cultura de 2020, estudio realizado entre varios centenares de profesionales del sector.​ Singularmente rico en cuadros de maestros españoles y de varias escuelas pictóricas del resto de Europa entre los siglos XV y XVIII, y españoles del XIX, según manifestó el historiador del arte e hispanista Jonathan Brown «pocos se atreverían a poner en duda que es el museo más importante del mundo en pintura europea».

Su principal atractivo radica en la amplia presencia de Velázquezel GrecoGoya (el artista más extensamente representado en el museo),TizianoRubens y el Bosco, de los que posee las mejores y más extensas colecciones que existen a nivel mundial, a lo que hay que sumar destacados conjuntos de autores tan importantes como MurilloRiberaZurbaránFra AngelicoRafaelVeroneseTintorettoDureroPatinirAntonio MoroVan Dyck o Poussin, por citar solo algunos de los más relevantes.

Alfonso E. Pérez Sánchez, antiguo director de la institución, afirmaba que «representa a los ojos del mundo lo más significativo de nuestra cultura y lo más brillante y perdurable de nuestra historia».

El inventario de bienes artísticos comprendía, a febrero de 2017, más de 35 000 objetos, desglosados en 8045 pinturas, 9561 dibujos, 5973 estampas y 34 matrices de estampación, 971 esculturas (además de 154 fragmentos), 1189 piezas de artes decorativas, 38 armas y armaduras, 2155 medallas y monedas, por encima de 15 000 fotografías, 4 libros y 155 mapas.

Por endémicas limitaciones de espacio, el museo exhibía una selección de obras de máxima calidad (unas 900), por lo que era definido como «la mayor concentración de obras maestras por metro cuadrado». Con la ampliación de Rafael Moneo, inaugurada en 2007, se previó que la selección expuesta crecería en un 50 %, con unas 450 obras más. Además, en 2018 se reabrieron las salas del ático norte, tras lo cual el total de piezas expuestas ronda las 1700,​ y cuando se rehabilite el edificio del Salón de Reinos se colgarán en él entre 250 y 300 pinturas más.

Al igual que otros grandes museos europeos, como el Louvre de París y los Uffizi de Florencia, el Prado debe su origen a la afición coleccionista de las dinastías gobernantes a lo largo de varios siglos. Refleja los gustos personales de los reyes españoles y su red de alianzas y sus enemistades políticas, por lo que es una colección asimétrica; algunos artistas y estilos tienen un repertorio insuperable, y por el contrario otros se hallan representados nula o escasamente. Solo desde el siglo XX se procura, con resultados desiguales, solventar algunas ausencias.

El Prado no es un museo enciclopédico al estilo del Museo del Louvre, el Hermitage, el Metropolitan, la National Gallery de Londres, o incluso (a una escala mucho más reducida) el vecino Museo Thyssen-Bornemisza, que tienen obras de prácticamente todas las escuelas y épocas. Por el contrario, es una colección intensa y distinguida, formada esencialmente por unos pocos reyes aficionados al arte, donde muchas obras fueron creadas por encargo. El fondo procedente de la Colección Real se ha ido complementando con aportaciones posteriores, que apenas han modificado su perfil inicial, puesto que, a diferencia de lo habitual en las pinacotecas nacionales de otros países, los esfuerzos, más que a completar las faltas, han ido dirigidos a reforzar el núcleo esencial.

Muchos expertos la consideran una colección «de pintores admirados por pintores», enseñanza inagotable para nuevas generaciones de artistas, desde ManetMary CassattRenoirToulouse-Lautrec y Degas, que visitaron el museo en el siglo XIX, hasta PicassoMatisseDalíEdward HopperFrancis BaconDavid Hockney y Antonio Saura, quien decía: «Este museo no es el más extenso, pero sí el más intenso».

Las escuelas pictóricas de EspañaFlandes e Italia (sobre todo Venecia) ostentan el protagonismo en el Prado, seguidas por el fondo francés, más limitado si bien con buenos ejemplos de Nicolas Poussin y Claudio de Lorena. La pintura alemana cuenta con un repertorio discontinuo, con cuatro obras maestras de Durero y múltiples retratos de Mengs como principales tesoros. Junto al breve repertorio de pintura británica, circunscrito casi al género del retrato, hay que mencionar la pintura neerlandesa, una sección no demasiado amplia pero que incluye a Rembrandt.

Aunque sean aspectos menos conocidos, el museo cuenta también con una importante sección de Artes decorativas (que incluye el Tesoro del Delfín) y con una colección de esculturas, en la que destacan las grecoromanas.

Junto con el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Museo Nacional del Prado forma el llamado Triángulo del Arte, meca de numerosos turistas de todo el mundo. Esta área se enriquece con otras instituciones cercanas: el Museo Arqueológico Nacional, el Museo Nacional de Artes Decorativas, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y otros pequeños museos.

El Prado es gobernado por un director (actualmente Miguel Falomir, en el cargo desde el año 2017), asistido por el Real Patronato del Museo. Su funcionamiento se rige por la Ley 46/2003, de 25 de noviembre, reguladora del Museo Nacional del Prado.

Comidas típicas de Madrid

La gastronomía y comida típica de Madrid se compone de platos compuestos principalmente por productos frescos de la región, como sus verduras o carnes para los platos de cuchara, guisos o frituras. También hay que destacar la importancia que tiene en el tapeo en sus bares, y es que la gastronomía es uno de los grandes atractivos de Madrid.

De entre las muchas recetas o comida tradicional, te mostramos los platos más típicos de Madrid que tienes que probar si visitas esta ciudad, tanto la capital como alguna de sus localidades.

Platos típicos de Madrid

Cocido Madrileño

El cocido madrileño es, a buen seguro, el plato más típico y conocido de Madrid. Como suele ocurrir con la comida tradicional, cada uno tiene su manera peculiar de cocinarlo, aunque la base es siempre la misma.

Para su elaboración se ponen en una olla, con agua fría que cubra el contenido, diversas carnes, como jarrete y falda de ternera, gallina o pollo, panceta fresca, morcilla y chorizo, así como diferentes huesos: de jamón, de rodilla de ternera, de espinazo salado y de caña blanco.

Posteriormente, se añaden a la olla abundantes verduras, como repollo, zanahorias, puerros, patatas, y garbanzos que se habrán puesto el día anterior en remojo. Una vez cocido todo, se separa el caldo, que se pone al fuego echando un puñado de fideos cuando hierve. El plato se sirve en tres partes, empezando por el caldo con fideos, tras el cual se sirven los garbanzos y verduras y, para terminar, las carnes.

Callos a la madrileña

Los callos constituyen también uno de los platos más ligados a la gastronomía madrileña. La elaboración de esta receta típica de Madrid se diferencia de las de otros rincones de España. Así, su diferencia principal respecto, por ejemplo, a los callos gallegos es que en estos últimos se incluyen garbanzos cocidos, o, respecto a los que se elaboran en Vizcaya, que no llevan pimiento choricero.

Se hacen cociendo varias carnes de casquería, generalmente callos, pata y morro, añadiendo también a la olla panceta o jamón, especias y laurel. Una hora antes de finalizar la cocción se añaden chorizo y morcilla.

Para que los callos tengan su característico punto picante, se hace una salsa con ajos, cebolla y guindilla. Finalizada dicha salsa, se le añaden los callos y la morcilla y chorizo, estos últimos troceados. Después se añade el agua de la cocción y se hierve todo 20 minutos más.

Es recomendable comerlo con pan, para saborear bien la salsa.

Huevos estrellados

Uno de los platos de la cocina típica madrileña y más fáciles de hacer es, seguramente, los huevos estrellados.

Para su elaboración se fríen patatas y, una vez fritas, se retiran y se ponen a escurrir, retirando también el aceite. En la mima sartén, se echan las patatas otra vez y, seguidamente, se echan huevos y trozos de jamón, removiendo hasta que cuaje.

Puede sustituirse el jamón por cualquier otro producto que nos guste, como chorizo, setas o espárragos.

Bocadillo de calamares

El bocadillo de calamares es una comida muy emblemática de Madrid, y raro es el bar en el que no lo sirven. Se trata sencillamente de un bocadillo cuyo contenido son los calamares a la romana.

Tomarse uno de ellos, acompañado de una cerveza, es uno de los muchos pequeños placeres que se pueden experimentar en la capital madrileña.

Sopas de Ajo

Las sopas de ajo es uno de los platos mas tradicionales de la gastronomía madrileña y castellana. Se trata de una sopa con ingredientes muy sencillos ya que se preparara con ajos fileteados, que se saltean en una cazuela con aceite hasta que están dorados, añadiendo en este momento trozos de jamón. Una vez revuelto, se añaden unas rebanadas de pan duro, al que se le dan unas vueltas.

Una vez retirada la cazuela del fuego, se espolvorea con pimentón, que puede ser dulce o picante, a gusto de cada cual.

Besugo a la madrileña

Se trata de un pescado hecho al horno, que, aunque se consume durante todo el año, es muy típico de las fiestas navideñas.

El pescado debe hornearse durante muy poco tiempo, tan sólo unos diez minutos. Se acompaña de verduras, un fumet hecho con las espinas del mismo pescado, algunas medias rodajas de limón. .e pueden añadir también algunos langostinos.

Caracoles a la madrileña

Se trata de unos caracoles cuya base es una salsa hecha a base de caldo de carne y embutidos de matanza, que debe quedar muy bien ligada y con un sabor picante.

Después de hervir los caracoles varias veces, se hace un sofrito de cebolla,  ajo y guindilla, al que se añade jamón, chorizo y pimentón, dejando cocer un par de minutos más, pasado los cuales se añade tomate y se deja 15 minuto en el fuego. Añadiremos un majado hecho con ajo, comino y pimienta negra.

Echaremos al sofrito agua de la cocción, y seguidamente los caracoles, dejando cocer hasta formar una salsa espesa.

Potaje de garbanzos

Se trata de un potaje hecho con garbanzos, espinacas y otras verduras, como zanahoria, cebolla y tomate, además de laurel, perejil, ajo, pimienta, sal y aceite.

Para elaborar este plato se ponen a cocer los garbanzos en una olla, añadiendo más tarde el resto de ingredientes, excepto las espinacas, que se hierven aparte y se dejan escurrir. Una vez cocidos los garbanzos, se añaden las espinacas picada, y e retiran la zanahoria, la cebolla y una cucharada de garbanzos, que trituramos obteniendo un puré, el cual se añade a la olla de los garbanzos, removiendo bien todo. Se sirve con trozos de huevo duro por encima.

Gallinejas

Las gallinejas, es un plato tradicional de Madrid, cuyo consumo fue muy popular debido a su alto aporte energético y su bajo coste, pero en la actualidad son pocos los bares y restaurantes que ofrecen este producto, quedando relegado a su consumo en fiestas populares de algunos barrios de Madrid.

Esta compuesto por tripas de cordero. Se comen fritas, dejando que se frían en su propia grasa natural. Sencillamente, se espolvorean con sal y se sirven acompañadas de patatas fritas, que preferiblemente se freirán en el mismo aceite.

Tortilla de patatas

La tortilla de patatas es un plato muy típico de Madrid, pero también del resto de rincones de España. Además de constituir un exquisito plato de cualquier comida, se consume mucho también como tapa o pincho, y la sirven en una gran mayoría de bares de nuestro país.

Consiste, sencillamente, en batir huevos y cuajarlos en una sartén junto con patatas previamente cortadas en laminas y cocinadas durante unos minutos. Se echa la tortilla en la sartén, dándole la vuelta, y cuando vemos que el huevo ha cuajado, se aparta del fuego.

Patatas Bravas

Las patatas bravas es una de las tapas más típicas en los bares de Madrid y que consiste en unas patatas cortadas en trozos de manera irregular, fritas en aceite y acompañadas de una salsa normalmente picante, conocida como salsa brava.

Oreja a la plancha

La oreja a la plancha es otro de los platos de casquería más típicos para comer como tapa en bares de Madrid y que consiste simplemente en cocer previamente la oreja para después poner la oreja de cerdo a la plancha o sartén hasta que esta dorada para al final añadir un poco de perejil.

Aceitunas de Campo Real

La aceituna de Campo Real es la aceituna de mesa más conocida de Madrid, famosa por su aliño característico y que podremos degustar en muchos de sus bares y restaurantes de Madrid.

Espárragos de Aranjuez

El esparrago de Aranjuez es uno de los productos más conocidos de la Comunidad de Madrid. Se caracterizan por su color verde intenso y por una gran ternura a la hora de comerlos. Puedes encontrar este esparrago preparado tanto a la plancha como al vapor y en platos como tortillas, revueltos o simplemente como guarnición a la plancha.

Rosquillas de San Isidro

Las rosquillas de San Isidro son uno de los dulces más famosos de Madrid, siendo típico consumirlas durante la celebración de sus fiestas dedicadas al santo que les da nombre.

Se trata de una rosquilla cuyos ingredientes básicos son: harina, huevo, levadura y azúcar. Se puede optar entre rosquillas que no llevan ningún baño, conocidas como rosquillas tontas, u otras a las que se ha dado un baño de azúcar fondant, que puede ser de diversos colores, y a las cuales se les da el nombre de rosquillas listas.

Bartolillos

Los Bartolillos son un dulce y postre típico de Madrid durante la Semana Santa. Se trata de una masa muy fina frita con forma triangular, similar a una empanadilla y que suele ir rellena de crema pastelera y van espolvoreados con azúcar y canela.

Chocolate con churros

Uno de los desayunos más típicos en Madrid es el chocolate con churros y que podremos encontrar en la mayoría de las cafeterías de Madrid, por lo que es uno de los platos que tienes que probar si vienes a Madrid.

Torrijas

Las torrijas es un postre típico tanto en Madrid como en otros muchos lugares de España durante la Semana Santa y que tiene su origen en el siglo XV para poder aprovechar el pan duro.

Para elaborar una torrija, previamente tendremos que empapar el pan en leche caliente, que debemos dejar unas horas hasta que el pan se empape bien. Posteriormente el pan lo pasaremos por el huevo para posteriormente freírlo con aceite caliente. Posteriormente se le suele añadir azúcar y canela por encima.

Para finalizar, si tienes pensado visitar Madrid, no puedes dejar de  probar estos deliciosos platos madrileños.

Turquía busca un sitio en el mapa del vino

Hace unos 8.000 o 9.000 años, los habitantes de Anatolia Sudoriental lograron domesticar las uvas silvestres y cultivar la vid, lo que facilitó una feliz práctica —fermentar el mosto— que también había comenzado en algún lugar de estas tierras o del Cáucaso o de Irán. En eso los arqueólogos aún no se han puesto de acuerdo. Sin embargo, la actual Turquía no es precisamente famosa por sus caldos, pese a ser el sexto productor mundial de uva. Algo que varias bodegas turcas llevan años empeñadas en que cambie. Y empiezan a lograr resultados.

“Hasta los noventa, había sólo un puñado de productores en el país, y hacían un vino que a veces se podía beber, pero la mayoría eran excesivamente oxidados y muy astringentes. Las cosas empezaron a mejorar en los 2000”, escribe el crítico gastronómico Vedat Milor. Con la entrada de nuevos actores —fundamentalmente empresarios ya consolidados que fundaron bodegas casi como un pasatiempo— y nuevas inversiones, la calidad de los vinos ha mejorado y, en la última década, bodegas como Kavaklidere, Doluca, Turasan o Pasaeli han cosechado numerosas medallas en las competiciones internacionales Decanter, International Wine Challenge y Concours Mondial de Bruxelles.

“Cuando Güler Sabanci [presidenta del conglomerado Sabanci, uno de los mayores del país] viajaba por el mundo se preguntaba por qué los vinos de Turquía no eran conocidos, cuando ésta es la patria del vino. Así que contrató a especialistas de Francia e Italia que hicieron una investigación de las variedades del país y, tras escuchar sus recomendaciones, plantó viñas y fundó una bodega en Sarköy [Tracia]”, explica Abdullah Tek, sommelier de la marca Gülor: “Ahora producimos 350.000 litros de vino al año. Podríamos producir diez veces más, pero sólo utilizamos las mejores uvas porque nuestro objetivo es la calidad, poner el vino turco en el mapa. De hecho, media docena de restaurantes de EE.UU con estrellas Michelin sirven nuestros vinos”.

No sólo Gülor, las bodegas más grandes han hecho importantes inversiones en equipamiento y han fichado a enólogos de Burdeos, Toscana o California a golpe de talonario, como el renombrado Michel Rolland, que asesora a Porta Caeli, bodega del grupo Toksöz. O Daniel O’Donnell, que ha levantado la calidad de los vinos del antiguo monopolio público de tabaco y alcohol turco (Tekel) tras su adquisición por la multinacional británica Diageo en 2011.

Turquía produce cada año cuatro millones de toneladas de uva, pero el 51% se dedica al consumo directo, un 37% a hacer pasas y un escaso 11% a vino. Tan sólo se producen entre 65 y 75 millones de litros de vino al año (frente a los casi 5.000 de España) y se exporta un mero 4% o 5 %. Es decir, la actual producción vinícola es incluso inferior a la de finales del siglo XIX, cuando, debido a la plaga de la filoxera en Europa Occidental, el vino se convirtió en una de las principales exportaciones del Imperio otomano (más de 300 millones de litros al año), sin que importase que el jefe de Estado ostentase el título califa de todos los musulmanes. Claro está que, entonces, la producción de vino estaba en manos de las minorías cristianas de Anatolia. Ahora, esas regiones vinícolas —la Tracia Oriental, la costa del Egeo, Anatolia Oriental y Capadocia— están viendo una recuperación de sus viñedos, si bien se trata en su mayoría de nuevas plantaciones, tanto de variedad local como extranjera.

En Turquía se bebe poco vino: un litro al año por cabeza. Se prefieren alcoholes más baratos —cerveza— o de mayor graduación —el anisado local raki—. Además, el Gobierno está empeñado en que se beba aún menos, oficialmente debido a la preocupación por la salud de los ciudadanos —aunque en Turquía no hay graves problemas de alcoholismo—, pero sobre todo por su ideología islamista. Casi cada año incrementa la tasa especial sobre bebidas alcohólicas, que es fija (actualmente de algo más de un euro por litro). “Esto hace que producir vino barato sea poco provechoso, por lo que muchas bodegas están invirtiendo en vinos de calidad y una gama de precios alta”, explica Taner Ögütoglu, fundador de la plataforma Wines of Turkey.

La apuesta por la calidad pasa por dar valor a las variedades autóctonas. Algunas de ellas son las que más cercanía genética mantienen con las uvas silvestres de hace miles de años, según los estudios del botánico José Vouillamoz y el arqueólogo Patrick McGovern. “En Turquía hay variedades que sólo existen aquí como Kalecik Karasi, Bogazkere, Öküzgözü, Emir, Narince… y que desconocemos en los países tradicionalmente productores de vino”, explica el enólogo francés Nathan Plentier, de la bodega Turasan de Capadocia. En la Universidad Namik Kemal de Tekirdag (Tracia) se trabaja en la recuperación de variedades perdidas y algunas bodegas destinan fondos a estas investigaciones. “Están dando muy buenos resultados y hemos redescubierto variedades como la Barburi, de Hatay; la Foçakarasi, de la costa del Egeo, o la Karaoglan, en Anatolia Central”, asegura Ögütoglu.

La ausencia de un consejo regulador permite experimentar a los vinateros. Casi todas las bodegas turcas compran uvas de diferentes regiones y las mezclan, buscando coupage atrevidos. “Buena parte de las vides que se plantan en el resto del mundo salieron de esta zona y luego fueron mutando y cambiando de nombre. Incluso cuando plantas esas variedades aquí, te dan un sabor especial, como si no hubiesen olvidado sus orígenes”, opina Yavuz Demir, inversor de la bodega Gülor.

En Capadocia, los empresarios intentan repensar el negocio en este año negro para el turismo. Y una de las atracciones es el enoturismo. Turasan recibe cientos de visitantes al día en sus bodegas, excavadas en la roca como las construcciones trogloditas que tunelan la Capadocia y que se usan todavía como almacenes de frío para guardar cítricos fuera de temporada, ya que se mantienen a entre 4 y 10 grados. Gülor también acaba de abrir un lugar de catas allí, que pretende convertir en un centro de cultura del vino. “Intentamos hacer promoción, talleres y catas en hoteles, tenemos diseñadas rutas por viñedos…”, explica Demir: “Pero muchas veces nos chocamos con los obstáculos del Gobierno”.

Tan grave como los altos impuestos, les resulta a los bodegueros la prohibición de anunciar sus vinos. Una ley aprobada por el gobierno islamista en 2013 impide la promoción de cualquier bebida alcohólica (obligó a un equipo de baloncesto con solera como el EFES Pilsen a cambiar su nombre). “En otros países se ayuda a la industria del vino. Aquí no tenemos siquiera un plan sobre el sector”, se queja Ögütoglu. Efectivamente, ni el Ministerio de Comercio ni el de Agricultura han querido responder a las preguntas sobre el tema. “El Gobierno se debería dar cuenta de que el vino es un producto con mucho mayor valor añadido que el resto de productos que exportamos y nos podría ayudar a reducir el déficit comercial”, añade.

Principales cepas originarias de Alemania

En Alemania existen 13 regiones vinícolas, las cuales están localizadas sobre todo en las riberas de ríos como el Rin, el Mosela y el Neckar. La mayor región es la de Rheinhessen (Hesse Renana). En total existen cerca de 140 variedades de uva: 40 de vino tinto y 100 para vino blanco. El 20.2 % de la superficie de cultivo es de la variedad Riesling, seguido por la uva Müller-Thurgau con el 14.7 %; en tercer y cuarto puesto se encuentran las uvas tintas Blauer Spätburgunder con el 11.1 % y el Dornfelder con el 8 %. El porcentaje restante está conformado por la Silvaner, Blauer Portugieser, Kerner, Grauer Burgunder y Weißer Burgunder.

Estas son las denominaciones de calidad en vinos alemanes:

  • Tafelwein (vino de mesa): Son los menos finos, poca exigencia de calidad.
  • Landwein (vino de país): Es una categoría superior al vino de mesa. En la etiqueta se tiene que poner la región de donde vienen las uvas.
  • Qualitaetsweine bestimmter Anbaugebiete QbA (De calidad de una región determinada): Estos vinos tienen que ser 100% de una de las 13 comarcas vitivinícolas.
  • Qualitaetswein mit Praedikat QmP (Vinos de calidad con atributo): Son los más finos, cumplen con los más altos requerimientos de calidad en cuanto a tipo de uva, madurez, armonía y elegancia. No se puede agregar azúcar y existen 6 diferentes subtipos:
  • Kabinett: Vinos finos, ligeros, de uvas maduras.
  • Spaetlese: Significa cosecha tardía. Estos vinos son de una calidad muy alta y se producen de uvas que se cosechan después de la cosecha normal. Son vinos elegantes, maduros, con un carácter frutal, no son necesariamente dulces.
  • Auslese (selección): Una selección de racimos muy maduros. Se quitan las uvas no maduras. Vinos nobles, suelen ser más intensos en aroma y sabor.
  • Beerenauslese (selección de uvas). Una cosecha de uvas sumamente maduras, seleccionadas individualmente. Signo de calidad del hongo Botrytis, se pueden guardar durante décadas.
  • Trockenbeerenauslese (selección de uvas secas). De uvas sobremaduras cosechadas, parecidas a uvas pasas. El vino es dulce como la miel y se puede guardar durante muchas décadas.
  • Eiswein (vino de hielo). Un vino especial, elaborado de uvas que pasaron una helada de 7° bajo cero, cosechadas y prensadas cuando todavía están congeladas, para obtener solamente el concentrado de la fruta. Vinos verdaderamente únicos que no se cosechan necesariamente cada año, con una extraordinaria concentración de acidez y dulzor afrutado. Se toman como aperitivo con quesos muy fuertes, patés ó para acompañar postres.

Desde el año 2000 existe la definición Classic para un vino de una calidad superior, seca, de una de las uvas clásicas de cualquiera de las 13 comarcas de Alemania.

Bodegas Reconocidas

  • Werner Anselman, región: Rhin
  • S.A. Prüm, región: Mosela-Sarre-Ruwer
  • Selbach-Oster, región: Mosela-Sarre-Ruwer
  • Weingut Schloss Saartein, región: Mosela-Sarre-Ruwer
  • Robert Weil, región: Rheingau
  • Dr. Von Bassermann-Jordan, región: Pfalz (Palatinado)
  • Pfeffingen-Fuhrmann-Eymael, región: Pfalz (Palatinado)
  • Max Ferd. Richter, región: Mosela-Sarre-Ruwer
  • Markus Molitor-Hausklosterberg, región: Mosela-Sarre-Ruwer
  • Hermann Donnhoff, región: Nahe

La ruta del vino alemán

Llamada en alemán Deutsche Weinstraße destaca por ser la más antigua de todas las rutas vinícolas de Alemania. La ruta recorre la zona de Renania Palatinado y fue creada en el año 1935 como una peculiar manera de fomentar el turismo. La ruta inicia justo en la Deutsches Weintor, la puerta del vino alemán, una puerta ceremonial construida en 1936 y ubicada en Wissembourg, en la frontera francesa, y termina en Bockenheim, más precisamente en la casa de la ruta del vino alemán.

Atravesando caminos sinuosos, viñedos, aldeas, colinas y bosques del Palatinado podrás saborear lo mejor de la cultura vinícola que se jacta de sus más de mil años de antigüedad. En el camino, que se encuentra señalado por carteles amarillos con un distintivo racimo de uvas, podrás encontrar tiendas de vino, salas de degustación y podrás participar de varias fiestas del vino.

Viñedos y vinos Alemanes

Alemania marca el límite norte del cultivo de la vid en Europa. El clima frío del norte de Europa hace difícil la maduración de la uva, defecto que se compensa buscando los emplazamientos con mayor insolación. Por lo tanto, la mayoría de los viñedos alemanes se encuentran ubicados al oeste y al sur del país, siguiendo los meandros de valles fluviales, en particular del Rin y sus afluentes. Las mejores laderas, elegidas por la insolación y la proximidad a los ríos, gozan de un microclima que favorece un calor constante, lo cual permite una mejor maduración de la uva.

Actualmente, debido al cambio climático y el aumento de temperaturas a nivel global, la situación de estas tierras vitícolas ha cambiado y se presentan con un excelente potencial para la elaboración no sólo de vinos blancos, sino también de tintos.

Alemania produce esencialmente vinos blancos, que conservan su frescura y elegancia durante varios años. Los mejores vinos alemanes se han ganado su lugar en el palmarés de los mejores vinos del mundo.

Las primeras vides fueron plantadas en las regiones del Rin y del Mosela por los romanos, que dejaron además una rica herencia de hermosos monumentos. Después de Carlomagno, los monjes y los nobles de la Edad Media dejaron su huella en las múltiples propiedades, muchas de las cuales todavía existen. Desde esta época y hasta la década de los 60, el Rin y sus afluentes permitían transportar el vino hasta el norte de Europa. Actualmente, esta ruta constituye el vínculo de conexión entre las 11 regiones vitícolas de la antigua Alemania Occidental.

Variedades de uvas

Las uvas blancas representan más del 80% de los viñedos alemanes. La más célebre es, sin duda alguna, la riesling. Otra de las variedades más abundantes es la müller-thurgauhíbrido de la riesling, de calidad algo inferior. Otras cepas blancas son la ruländer, la pinot blanc, la gewürztraminer y la sylvaner. Entre las cepas tintas, mucho menos importantes, podemos mencionar la spätburgunder (pinot noir), la lemberger y la dornfelder.

Las regiones viticolas

Las regiones más famosas se extienden a lo largo del Rin y de sus afluentes Mosela, Nahe, Neckar y Main, con los viñedos ubicados en laderas. Destacan las siguientes regiones:

RHEINGAU

Ubicada junto al río Rin, cerca de Frankfurt. Es la región donde se elaboran los vinos alemanes más reputados y caros. Esta zona corresponde al único lugar donde el Rin deja de correr en dirección norte-sur, para dar un giro de 90º y seguir en dirección este-oeste. Este factor, con las laderas de viñedos orientadas al sur, unido a la protección que ofrecen los montes Taunus al norte, da lugar a un microclima que favorece especialmente la maduración de la uva.

De la cepa riesling se elaboran vinos de marcada calidad, sobre todo los producidos con uvas atacadas por podredumbre noble. El mejor tinto se encuentra en Assmannshausen. En general, los vinos de esta región son elegantes y finos en aroma.

RHEINHESSEN (HESSE RENANO)

Ubicada en ambas riberas del río Rin y cercano a la desembocadura del río Nahe. La temperatura que gozan estos viñedos es algo más elevada que la media del resto del país, lo cual favorece la maduración de la uva.

Principalmente se cultiva la uva blanca y es donde mejor se han adaptado las nuevas creaciones de híbridos con algunos resultados positivos. En esta región se encuentran los pueblos de más renombre vinícola, como Nierstein y Oppenheim.

Los vinos baratos y dulces, principalmente blancos, han dado a conocer a esta región. Sin embargo, algunas fincas, sobre todo en la Rheinterrasse, realizan un deslumbrante trabajo con las variedades blancas (especialmente con la riesling) que empieza a ser reconocido internacionalmente.

MOSELA – SARRE – RUWER

Ubicada en la frontera con Luxemburgo, al norte de Coblenza. Los viñedos están situados sobre las riberas de los ríos Mosela, Sarre y Ruwer donde el suelo es muy rico en minerales. Es una de las regiones vitícolas más espectaculares de Alemania: más de una cuarta parte de las vides están asentadas en escarpadas laderas que caen a plomo sobre el río. Los mejores vinos se obtienen con la variedad riesling y es en esta región donde se ha gestado la fama de delicadeza y finura de los vinos alemanes.

RENANIA – PALATINADO

Se extiende en la ribera derecha del río Rin, con la frontera francesa al sur. Es una de las zonas más importantes, la cual disfruta de uno de los microclimas más cálidos del viñedo alemán y de suelos muy variados. Es una zona en la que el vino tinto va ganando en importancia.


BADEN

Ubicada en la ribera derecha del río Rin y el lago Constanza, es una región famosa por su excelente gastronomía. Se trata de un viñedo con buena exposición al sol, factor envidiable en este país. Cuando los rendimientos no son elevados, el clima de Baden permite obtener vinos más redondos y ricos en alcohol que en las regiones más septentrionales de Alemania.

A principios del siglo XIX, Baden contaba con cerca de 200 variedades de uva. En la actualidad quedan siete, seis de ellas blancas, que se reparten el 92% de los viñedos: la müller-thurgau, la spätburgunder, la ruländer, la gutedel, la riesling, la weissburgunder y la sylvaner

AHR

Situada al Sur de Bonn. Los viñedos están situados sobre ambas laderas del río Ahr donde el suelo es de origen volcánico. Los vinos blancos son secos y ácidos y los tintos son afrutados y de cuerpo discreto. Una de las especialidades de la zona es un vino rosado, el «Weissherbst», vino frutal, vivo y refrescante.

 

RENANIA MEDIA

Ubicado a ambas riberas del Rin, al sur de Bonn. La viña ocupa las pendientes y picos de las terrazas. Allí el suelo está compuesto de arcilla y pizarra. Los vinos blancos tienen una acidez muy marcada.

 

NAHE

Se extiende en las riberas del río Nahe, entre el norte del Palatinado, el Hesse Renano y el valle del río Mosela. Más vigorosos que los del Mosela, los vinos del Nahe reflejan un clima más caluroso y seco, así como la diversidad de suelos. La riesling aporta su delicadeza, apoyada por una acidez punzante que permite al vino envejecer bien. El Nahe ha contribuido a la promoción de los vinos secos , que representan actualmente el 22% de la producción nacional de vinos de calidad.

 

FRANCONIA

Es la región más al este del país. Ocupa el valle del río Main y sus afluentes. Su variedad de suelos marca los matices diferenciadores de sus vinos que se presentan en una botella de forma abombada y plana, llamada «Bocksbeutel».

Esta región es mejor conocida por sus variedades blancas: la riesling, la sylvaner, la rieslaner y las pinot noir, blanc y gris dan buenos resultados.

La mayoría de los buenos vinos de Franconia presentan un ligero sabor terroso, especialmente marcado en los de sylvaner, que tienen carácter, pero también frescura, y son verdaderamente muy agradables.

 

BERGSTRASSE DE HESSE

Ubicada en la ribera derecha del río Rin, al norte de Heidelberg. Es la región vitícola más pequeña de Alemania. Las variedades más cultivadas son la riesling, la müller-thurgau y la sylvaner.

 

WÜRTTEMBERG

Ubicada en las riberas del río Neckar y de sus afluentes, en la región de Stuttgart. La especialidad de la región son los vinos rosados elaborados con la mezcla de uvas tintas y blancas.

 

SAALE-UNSTRUT y SAJONIA

Al norte de la región de Ahr. En Saale-Unstrut el suelo es bastante calizo, mientras que en Sajonia está compuesto de roca volcánica. Los vinos de estas regiones, secos en su mayoría, son similares a los de la región de Nahe.

Historia del vino Aleman

La producción de vino de alemania se encuentra entre las más afamadas del norte de Europa, ya que en total  existen trece zonas vinícolas reconocidas con denominación de origen, y aunque sea eclipsada por la producción de cerveza que existe en el suroeste de Alemania (zona fronteriza con Francia)  de igual forma este país tiene una amplia cultura asociada al cultivo de la vid y degustación del vino. El vino alemán se encuentra ampliamente regulado por las leyes alemanas del vino (Weingesetz) que amparan y regulan todos los aspectos acerca de la denominación, composición, elaboración y embotellado del vino. Alemania según datos del 2000 ocupa la posición décimo quinta (15)  en el ranking de superficie dedicada a cultivo de la vid.

Es muy posible que los Romanos fueran los primeros en hacer probar a los lugareños el delicioso néctar del vino, las primeras plantaciones es muy posiblemente que fueran en las cuencas del Rin y del Mosela por los romanos, que dejaron además una rica herencia de hermosos monumentos que recuerdan al cultivo del vino. Los romanos sabían que el clima frío del centro de Europa y la menor insolación que pueda existir durante los días de otoño hace difícil la maduración de la uva; pero compensaron este defecto aprovechando los mejores emplazamientos.

Hoy en día casi no se recuerda que el Riesling de la región Rheingau fue una vez en el siglo XIX uno de los vinos más caros del mundo.

Decadencia de la posguerra

Existió una lenta y dulce (debido a la excesiva dulzura de algunos de ellos) decadencia de los vinos alemanes tras la segunda guerra mundial debido a una producción masiva de vinos de baja calidad y con muy poco renombre tales como el «Liebfrauenmilch» o el «Kröver Nacktarsch» que tenían una mezcla excesivamente dulce de la variedad Riesling, que durante los 50 supuso casi a mitad de las exportaciones alemanas. Hoy en día este vino ya casi no se produce. Esta decadencia supuso muchas leyendas negras acerca de la excesiva dulzura de los vinos alemanes debido a la adición de azúcar durante la fermentación, nada de cual es cierto debido a la extrema rigurosidad de la ley de vinos alemana que ha sido capaz de controlar y vigilar la producción vinícola en todo momento.

El nacimiento del nuevo vino alemán

En los 70 y 80 se fue mejorando la producción y pronto empezó lo que algunos enólogos definieron como el «boom del Riesling« o el «el milagro del vino alemán», debido a la preocupación de algunos cosecheros y productores más en la calidad de la producción que en el volumen, este trabajo poco a poco fue cosechando buenos resultados en los vinos blancos y en los tintos. Este efecto hizo que ya desde el año 1962 los propios alemanes hayan duplicado el consumo de su vino, aumentando la proyección internacional, por ejemplo en Estados Unidos se rinde culto al Riesling.

Los vinos blancos de los 90 en Alemania no procedían de barrica, pero poco a poco la fuerte demanda ha hecho que cada vez más vinicultores estén dedicados a la producción de este tipo de vino.

Vinos Turcos

Turquía es el tercer productor más grande de uvas de mesa y el líder mundial en la producción de pasas. La mayor parte de la producción vinícola se exporta a los países europeos. Los turcos cultivan la uva para producir pasas y jugos.

Según la tradición turca, el Dios Cielo había bendecido el vino y los seres malvados no podían penetrar ni en las viñas ni en los lugares en los que había vino. Como ritual se preparaba el vino en el momento en el que nacía un niño.

Además, la tradición exigía el envejecimiento del vino. En la actualidad hay seis zonas productoras de vino: Mar Egeo, Mar Negro, Anatolia, Región Mediterránea, Anatolia Central y Anatolia Suroriental.

Los vinos más importantes son: Kayra, Trakia, Doluca, Buzbag y Musket.

El Largo camino a la fama

El vino de Turquía ha recorrido un largo camino hasta el día de hoy. Comenzó a crecer gracias a los jóvenes, quienes al no ser tan tajantes muchas veces con las costumbres, decidieron aprender y conocer al respecto.

El gobierno turco colaboró con este crecimiento, fundamentalmente a partir de la década del 90, cuando pequeños productores comenzaron a hacer vinos de calidad.

La cepa distintiva de Turquía es la Kalecik Karasi, que estuvo casi extinta, pero fue salvada gracias al esfuerzo de estudiantes de agronomía. Esta uva tinta es sumamente apreciada por los conocedores gracias a su aroma y sabor. Se lleva bien con los paladares exigentes y no tanto con los tolerantes.

En febrero pasado el vino de Turquía se expuso en Inglaterra, en una feria con su cosecha 2010, que brindó al país musulmán numerosísimos premios internacionales.

 Su producción vitivinícola se concentra en el centro y en las costas oeste y sur del país. Los mejores vinos de Turquía proceden de la zona central. Esa nación posee una inmensa variedad de uvas (más de 1 000). Con algunas de ellas se elaboran uvas pasas para su uso en la cocina.

Entre las tantas variedades de uva se encuentran: oküzgögú, bogazkere, papazkarasi, kalecic katasi, gamay y cal karasi, que producen vinos tintos y rosados. Con el emir, sultanine, narince y misket, entre otras, se elaboran blancos.

Aromas de deleite

La selección Kirmizi es un vino originalmente turco. Tiene un aroma a frutas maduras (fresas, ciruelas, higos), con un toque animal al que se le suman los aromas a fruta seca (avellana, almendras).  Su sabor se corresponde con el aroma y resulta un vino amplio, redondo, muy cálido, de taninos equilibrados.  Es un vino de guarda. Si lo tomamos luego de 7 a 10 años de su elaboración obsequiará nuestro paladar exquisitamente.  A una temperatura entre 17 a 18º C, escoltando guisos o carnes a base de hierbas, manifiesta toda su potencia y gusto.

 Los vinos turcos se caracterizan por su gran variedad. Además de blancos, rosados y tintos, los hay de aromas diferentes y sabores exóticos.

Sus excelentes taninos (en cuestión de los tintos) y su equilibrada acidez, en cuanto a los blancos, junto a los aromas florales, cítricos y mentolados, nos dialogan de la riqueza de sus cepas y su tradición vitivinícola.

 Bebidas para saborear jóvenes y con envejecimiento en barril, que seducen con una buena guarda, comprenden la gama de los muy buenos procedentes de Turquía.

Entre las marcas líderes se encuentra Kayra. Produce sus vinos en las fábricas de Elazig, construidas en 1942.También en las fábricas de Sarkoy, levantada en 1996. Sus propuestas se hacen atractivas no solo por aromas y sabores, sino por las etiquetas elegantes y diseños de sus botellas, con una versión moderna de símbolos que vienen de la época de la Antigua Anatolia.

No se quedan a la zaga en la fabricación del Raki, aguardiente elaborado con uvas frescas, uvas pasa y anís, destilándose posteriormente.

Kayra ha desarrollado una imaginación en sus productos para satisfacer los paladares más exigentes y vinos dignos de los platos más complejos. Seguramente algún lector ha degustado Muscadet Sur Líes, pero… ¿han imaginado Chardonnay Sur Líes? Debe ser un prodigio en boca.

Algunos resultan frescos, sutiles.  Otros complejos de gran estructura.  Son vinos que constituyen a su cocina: especiada, sabrosa, abundante y dulce.

 Los vinos de alta calidad solo se los encuentra en los hoteles o en lugares muy especializados en Estambul.

Entre ellos está el blanco Buzbag, con dos soberbias uvas como las Narince y Emir, de aromas delicados y textura muy firme. Tiene una acidez elegante.

En el año 1929, bajo el régimen de Kemal Atatuirk, fundador de la República Turca, el cual era un gran amante del vino, fomentó el cultivo y la producción a nivel industrial. Uno de sus mayores consumidores desde esa época son los alemanes.

Entre los vinos turcos tenemos el Emir, que es blanco de la uva Emir, con notas a pera y frutas tropicales, como naranja y mandarina, efectivamente exótico.

 Los vinos turcos se instauran como grandes señores de la mesa. Sabores que emocionan, y nos dan nostalgia cuando se han ido. Y existe solo una compensación… ¡Otra copa!

El mejor vino blanco de Chile

Con extraordinarios 97 puntos, Amelia Chardonnay 2018 se coronó como el mejor vino blanco de Chile, además de mejor Chardonnay en la guía especializada Descorchados, mientras que Amelia Pinot Noir 2018 obtuvo notables 95 puntos.

Un extraordinario debut tuvo la renovada línea Amelia en la versión 2020 de la guía Descorchados, elaborada anualmente por el respetado periodista Patricio Tapia.

Después de catar más de 1.900 vinos de todo el país, Amelia fue elegido mejor vino blanco y mejor Chardonnay de Chile, adjudicándose extraordinarios 97 puntos para la cosecha 2018. Por su parte, Amelia Pinot Noir 2018 también fue reconocido con notables 95 puntos, además de incluirse dentro del listado de mejores Pinot Noir de Chile y mejores vinos del valle del Limarí

Trasladando su origen al valle del Limarí y sumando la variedad Pinot Noir, Amelia busca expresar el carácter único de este terroir para la elaboración de vinos de alta gama.

Ambas variedades, con origen en el viñedo Quebrada Seca, son inflluenciadas por la proximidad del océano Pacífico y por un clima marcado por mañanas nubladas, tardes soleadas, bajas temperaturas y abundante luz solar, que junto a una serie de suelos con una alta concentración de carbonato de calcio, dan origen a un Chardonnay que muestra múltiples capas aromáticas, con una excelente combinación de estructura y mineralidad y una atractiva salinidad en su final largo y fresco. Por su parte, Amelia Pinot Noir muestra una gran estructura, equilibrada acidez y un toque de salinidad que solo el valle del Limarí podía entregar.

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