Situada al suroeste de Europa, España cuenta con 945.565 hectáreas de viñedos,lo que la convierte en el país con la mayor extensión cultivada de viñas del mundo —más de un 15% del total mundial— y es la tercera en cuanto a producción (37,8 millones de hectolitros), por detrás de Italia (48,8 mill. hl) y Francia (41,9 mill. hl), y por delante de la de Estados Unidos (22,5 mill. hl).
Esto se debe, en parte, a la baja densidad de los viñedos en el clima seco y suelo infértil de muchas regiones vinícolas españolas. Los españoles beben solo una media de 21 litros de vino al año por persona, una cifra mucho menor que en países similares y que contrasta con la producción y tradición vinícola del país.
Las variedades nativas de uva española son abundantes, con más de 600 variedades nativas plantadas por todo el país, aunque aproximadamente el 80% del vino producido a nivel nacional se elabora con solo unas 20 variedades, entre las que destacan; Tempranillo, Albariño, Garnacha, Palomino, Airén, Macabeo, Parellada, Xarel·lo, Cariñena y Monastrell.
Algunas de las zonas vinícolas más conocidas internacionalmente son Rioja, Ribera del Duero, famosa por su producción de Tempranillo; el Marco de Jerez, por sus vinos fortificados; Rueda, por sus vinos blancos de Verdejo; Penedés, por la producción de cava; y Priorato.
Con el nombre de vino español se designa tanto el producto como el acto social que acompaña a inauguraciones o eventos similares e incluye un brindis. Es una costumbre social muy extendida la de tomar vinos acompañados de tapas en bares o tabernas. Según el recipiente utilizado y la mayor o menor cantidad servida, se denominan vasos, copas, tazas, cañas, cortos, chatos o txikitos (esta última expresión propia del País Vasco —léase chiquitos—; hay una gran variedad de denominaciones locales). Antiguamente el vino se medía en la taberna, habitualmente en un cuartillo si se iba a consumir en el local, o en medidas mayores (azumbre de cuatro cuartillos) si se iba a compartir entre varios bebedores o se compraba para llevar a casa. El vino se conservaba en barricas, pellejos, botas, barriles o cántaras, presentes en la misma taberna. Desde la segunda mitad del siglo XX lo más común es servirlo desde botellas (la medida más habitual es 750 ml). En Cataluña y otras zonas era habitual el uso del porrón.
La abundancia de variedades viníferas nativas en la península ibérica posibilitó el comienzo temprano de la viticultura. Algunos arqueólogos creen que estas uvas fueron cultivadas por primera vez entre el año 4000 y 3000 ac, mucho antes de que los fenicios fundaran la ciudad de Cádiz hacia el año 1100 ac.5 De hecho, existen restos de una bodega datados en el siglo III a.C.6 Tras los fenicios, los griegos y los cartagineses introdujeron nuevos avances en el cultivo de la vid, incluidas las enseñanzas del viticultor Mago7 Las guerras púnicas entre Cartago y la emergente República de Roma provocarían la conquista romana de la península, a la que llamaron Hispania.
No fue hasta los años cincuenta del siglo XX cuando la estabilidad doméstica permitió el resurgimiento de la industria vinícola española. Varias cooperativas se fundaron durante estos años y en el mercado internacional vinos genéricos se vendían bajo nombres como sauternes español y chablis español. En los años sesenta, el mercado internacional de vino redescubrió el jerez y pronto apuntó la demanda de vino de Rioja. Se comienza a comercializar el vino de mesa embotellado mediante las bodegas SAVIN.
Con la transición a la democracia aumentó la libertad económica para los vinicultores y surgió un mercado doméstico con la creciente clase media. Al final de la década del setenta y los años ochenta comenzó la modernización a gran escala del sector y hubo un énfasis renovado en la producción de vino de calidad. El ingreso de España en la Unión Europea en 1986 trajo ayuda económica a las industrias rurales del vino de Galicia y La Mancha. Los años noventa vieron la influencia de vinicultores voladores extranjeros y la aceptación del uso de variedades internacionales de uva como Cabernet Sauvignon y Chardonnay. En 1996 se levantó la restricción en la irrigación, lo que le dio al vinicultor mayor control del rendimiento y áreas que podrían ser plantadas. Pronto el volumen de calidad y producción de vinos aumentó y la reputación de España a principios del siglo XXI fue la de un país productor competitivo en el mercado de vino del mundo.
En este contexto, en 2018 se lanzó una iniciativa nacional consensuada de enoturismo, pues según un estudio de los 80 millones de visitantes anuales del país, el 20% están interesados en sus vinos.

Viñedo en La Mancha, España.
La viticultura en España se ha desarrollado adaptándose a su clima variado y extremo. El clima seco en muchas partes de España reduce la amenaza de peligros comunes de la vid como mildiu, oidio o botrytis cinerea. En estas partes, la amenaza de la sequía y la infertilidad de la tierra ha inclinado a los propietarios de viñas a plantar las vides espaciadas, para que haya menos competición entre vides por los recursos. Un sistema extensamente adoptado es conocido como macro verdadero e implica tener 2,5 m de espacio entre vides en todas las direcciones. Estas áreas, en su mayor parte del sur y el centro, tienen algunas de las densidades más bajas del mundo, a menudo entre 900-1600 vides/ha. Esto es menos que 1/8 de la densidad de vid encontrada comúnmente en otras regiones vinícolas como Burdeos y Borgoña. Además, muchos viñedos españoles son varias décadas viejos, que producen un menor rendimiento. En la región de Jumilla de Castilla-La Mancha, por ejemplo, los rendimientos son a menudo menos de 20 hl/ha.
En los años noventa, el uso del riego llegó a ser más popular después de las sequías de 1994 y 1995, que redujeron severamente la cosecha en esos años. En 1996, la irrigación fue legalizada en todas las zonas vinícolas, con muchas regiones adoptándose rápidamente a la práctica. El extendido uso de la irrigación ha favorecido una densidad más alta de plantas de vid y ha contribuido a rendimientos más altos en algunas.
Mientras que tradicionalmente se cosechaba a mano, la modernización de la industria española del vino ha producido un incremento de la vendimia mecánica. Antiguamente, la vendimia se realizaba a primeras horas de la mañana, debido al calor abrasador. En los últimos años se cosecha durante la noche, cuando las temperaturas son más frescas.

Ribera del Duero es una denominación de origen a la que se acogen viñedos localizados en Castilla y León (España), dentro una franja de la cuenca del río Duero, de unos 115 kilómetros de longitud y 35 de anchura, situada en la confluencia de las provincias de Soria (19 municipios), Burgos (60), Segovia (4) y Valladolid (19). Comienza aproximadamente por el este en San Esteban de Gormaz y se extiende hasta Quintanilla de Onésimo en el oeste. A finales de 2005, los cultivos de la zona constituían aproximadamente el 2% de toda la extensión dedicada al cultivo de la vid en España.
Los vinos de la D.O. Ribera del Duero son fundamentalmente tintos, aunque también existen rosados. Los vinos blancos se permiten en la DO desde 2018, con la variedad Albillo Mayor. La variedad de uva más característica es la denominada genéricamente Tinta del país, conocida en el mundo del vino como Tempranillo, la cual constituye más del 90% de la producción. Según las normativas del Consejo Regulador, para que un vino pueda acogerse a la denominación de origen debe incluir al menos un 75% de Tempranillo en su elaboración. En total, no menos del 95% de la uva debe ser Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Merlot y Malbec. Las uvas Garnacha y Albillo están permitidas, pero en pequeñas cantidades.